viernes, 4 de mayo de 2012

Un poco de historia...

No sé si muchos de ustedes se enterarón del orígen de la novela gráfica. Aquí vienen informaciones...


La Novela Gráfica o cómic adulto contemporáneo, es en la actualidad un fenómeno cultural internacional. Decenas de festivales alrededor de todo el mundo, entre los que destaca el Festival BD de Angouléme, así lo acreditan.
Su desarrollo a lo largo de los últimos treinta años ha sido espectacular y no ha estado exento de polémica.
La novela gráfica representa la inclusión legítima del cómic en el territorio artístico. Implica un profundo cambio del concepto tradicional de cómic, que ha evolucionado, desde su creación como producto de entretenimiento de masas destinado al consumo juvenil, hasta configurarse como noveno arte.
Las novelas gráficas son cómics, y como tales están intrínsecamente vinculadas a la historia de la que proceden. Representan la apertura de contenidos a una comunidad extensa de lectores y creadores no especializados en cómics y la internacionalización de una cultura común que rebasa fronteras. Pero sobre todo, las novelas gráficas son la liberación de los autores de los criterios editoriales, estilísticos y formales del cómic tradicional.

Orígenes del cómic como entretenimiento de masas
A finales del siglo XIX, en plena guerra de medios entre los magnates de la prensa Joseph Pulitzer y William Randolph Hearst, las tiras cómicas se popularizaron como parte fundamental de la sección de espectáculos de los periódicos.
Evolucionaron rápidamente desde que en 1894 Pulitzer introdujese en su periódico NYWorld una hoja cómica a color llamada Hogans Alley (Richard Felton Outcault) hasta estar, a finales de la década de los veintes, integrados en la sociedad estadounidense como entretenimiento popular.
Las tiras cómicas en prensa, compuestas de tres o cuatro viñetas como unidades autónomas pero con personajes continuados, se inspiraban en sucesos de actualidad. Se creó el bocadillo. Los diálogos y sonidos se integraron dentro de la imagen. El cómic se acercó a los medios audiovisuales pese a tratarse de un soporte impreso. 

En la década de los treintas, la búsqueda de una mayor continuidad que mantuviese a los lectores en vilo, impuso el primer cambio temático importante: las historias de aventuras (Popeye, Dick Tracy, Flash Gordon, Terry and the Pirates, Prince Valiant, Tarzán).
Se seguían los patrones narrativos cinematográficos de la época. De mayor realismo en los dibujos, retrataban lugares y situaciones alejadas de la actualidad periodística. Los cómics se alejaron de la audiencia adulta para integrase en el consumo juvenil e infantil.

En 1938, la editorial Detective Comics (DC Cómics) público el primer Comic Book (tebeo, librito de caricaturas) de la historia: Action Comics. El personaje en portada era un superhéroe llamado Superman (Jerry Siegel y Joel Shuster).

La época dorada del comic book: 1938-1954
Con la explosión de la demanda de cómics, surgieron nuevas editoriales y para 1942, los comic books, caracterizados por ser productos desechables, baratos y de consumo rápido, tenían una media de 50 millones de lectores.
La edición de cómics books no se limitó al mercado juvenil. Se crearon numerosas ediciones destinadas a adultos vinculadas a los géneros más populares en el cine de la época (Terror, Crimen, Romance, Thriller..).

Harvey Kurtzman y Bernard Krigstein fueron pioneros en la introducción de las temáticas maduras en el medio. Kurtzman mediante la crítica satírica de la sociedad de medios de comunicaciones con el comic book Mad (1952), y Krigstein con su demostración del poder artístico del cómic al desvincularlo de los recursos cinematográficos y recuperar la esencia del formato en su cómic sobre el Holocausto Master Race (1954).

A mediados de los 50, en la sociedad  estadounidense existía, entre los sectores más conservadores, cierta preocupación por la violencia juvenil.
Percibidos como símbolo de la decadencia cultural, ante las presiones del subcomité del Senado especialmente creado para la ocasión, las empresas del comic se vieron obligadas a crear, en 1954, el Comic Code, o normas de autocensura de contenidos.
Las empresas editoriales que sobrevivieron a la crisis, se escudaron en producción dirigida a la fracción del mercado más rentable: los comic books infantiles de superhéroes.

Comic Underground: 1968-1975
A finales de los 60, al margen de la industria surgieron los cómics underground a manos de autores como Robert Crumb, Trina Robbins y Spain Rodríguez entre otros.
Mediante la auto publicación y edición de revistas universitarias que se distribuían en canales marginales de la sociedad estadounidense, se crearon cientos de cómics para adultos. Al liberarse éstos de las exigencias editoriales de las grandes empresas, pudieron dar rienda suelta no solo a la experimentación gráfica, sino a la apertura de contenidos.
Los cómics abordaron por primera vez temas relativos a la crítica social, drogas, homosexualidad, reivindicaciones de género, ecología… muchas veces desde una rigurosa reivindicación política. Igualmente, la experiencia personal, la autobiografía, se configuró como objeto de las historietas.
Los autores de cómic tenían absoluta libertad y trataban todo aquello que no tenía cabida en los medios oficiales.

Comic Alternativo: 1980-2000
En 1980, Art Spiegeleman y Françosie Mouly crearon la revista Raw: un medio destinado a la experimentación gráfica. Rechazaban el cómic como producto de consumo y entretenimiento y trataron de reivindicarlo como expresión artística con lenguaje, imaginario y tradiciones propias. Invitaron a gran número de autores de otros territorios con la visión de que la experimentación gráfica debía darse de acuerdo a afinidades estéticas, no a límites territoriales.
Autores alternativos como los Bros, Daniel Clowes, Peter Bagge, Joe Matt o Eddie Campbell comenzaron a editar sus propios comic books para abordar historias serias de mayor duración. Se mantenían todavía al margen de la industria, pero con la proliferación de tiendas especializadas en cómic, este tipo de obras se vendían junto a los productos que las grandes editoriales continuaban editando.

La Novela gráfica: 1986-
El primer boom de la Novela Gráfica se dio en 1986 con la publicación de la obra Maus de Art Spiegelman. Este cómic que en 1992 ganó el premio Pulitzer, causó sensación y se convirtió en un fenómeno para público y crítica.
Sin embargo, los teóricos culturales no concebían que un cómic intelectual pudiese ser un cómic en sí. Surgió en consecuencia la necesidad de adoptar un nuevo término mediante el cual denominar este tipo de obras.
En 1978, Will Eisner había editado un cómic titulado Contrato con Dios que pese a no haber tenido gran repercusión, contenía en su portada la expresión Novela Gráfica en un intento por ser distribuido al margen del mercado de las historietas.
El éxito de Maus supuso que las grandes editoriales comenzaran a editar Novelas Gráficas, y con el desarrollo de la industria, éstas comenzaron a popularizarse entre autores y lectores no especializados.
Con el siglo XXI, comienza el segundo y todavía vigente boom de la Novela Gráfica con la internacionalización de la lectura de las novelas gráficas.

En la actualidad, editoriales de cómic así como grandes editoriales como Pantheon, Gallimard o Randon House Mondadori tienen en la actualidad y desde hace un lustro sus propias secciones dedicadas a la Novela Gráfica.
Los artistas Marjane Satrapi, Peter Kuper, Rutu Modan, Alison Beschel, Craig Thompson, Shaun Tan, Paco Roca, Chris Ware, Jiro Taniguchi, Didier Lefèbre, Edgar Baudoin y muchos otros más, se han consolidado como referentes de una cultura internacional en la que todas las tradiciones se mezclan y absorben en una unidad cultural moderna.
Sin embargo, la Novela Gráfica es todavía un inmenso territorio artístico por explorar. Los autores gozan de absoluta libertad a la hora de experimentar visual, estética y formalmente. Difícilmente podrían establecerse un conjunto de características que definan la novela gráfica como medio. Y es que la novela gráfica es un fenómeno de expresión creativa que bebe de la tradición en la que surgió, el cómic, con la misma libertad con la que se apropia de las tendencias artísticas contemporáneas y las inspira.
Más allá de ser un género o un cómic adulto contemporáneo, la novela gráfica es un movimiento cultural que reclama lecturas propias y busca configurarse, en el largo camino que queda por recorrer, como una entidad autónoma.

Escrito por Lluisa Matarrodona, Editorial Sexto Piso

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